domingo, febrero 05, 2006

Sefarad en un pasado mudejar

La edad moderna española, se construyó tras la expulsión de amplias capas agrarias hortelanas, viticultoras, artesanas y otras capas urbanas de banqueros, profesionales y comerciantes de la población que encarnaban los judíos y musulmanes occidentales. Se comenta, a grandes rasgos, que fundamentalmente quedaron los señores de la guerra, los místicos y los ganaderos. Los que trataron de construir ciudades a partir del poder de la lana en Castilla, tambien fueron reprimidos. Así me lo confirmó mi visita a Béjar donde reposa el espíritu comunero. Vistas así las cosas no es de extrañar que en España no se desarrollaran las ciudades y que el espíritu burgués se fuera hacia aquella Holanda que posteriormente alumbró Harlem (actual Nueva York). En España hubo personas a las que fue permitido quedarse (mudaiyin o mudéjar). Los del templo de la sabiduría de salomon intentaron reconstruir una convivencia entre las tres culturas y expresaron el bello arte mudéjar del templo de las ocho columnas, a partir del barro del ladrillo que los semitas esclavizados pisaron, de la cerámica árabe y del valor de la naturaleza como espíritu de remanso . El intento de reunir la sabiduría de los templos de los sabios Estoicos grecoromanos, sufís del Islam occidental y los sabios judíos fue una tarea de una gran ingeniería social. Faltaba el ingrediente de lo secular para arrivar al buen puerto de lo contemporáneo. Lástima que la edad moderna española no fuera ni siquiera moderna. Esa es la oscuridad española que nunca se acaba de reconocer aduciendo las mismas identidades con la que se manifestaron los Estatutos de Limpieza de Sangre. Una amplia arquitectura mudéjar y regionalista me evoca el simbolismo del valor perdido de aquella posible Sefarad, en la que los materiales cerámicos vuelven a repuntar de la mano de los materiales semiconductores y los fenómenos electromagnéticos manifestados en el tren bala. Seguimos en el epicentro del mundo.

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