domingo, diciembre 27, 2009

Cultura

Cultura, palabra que quizás provenga de las sociedades agrarias, es el conjunto de rutinas, mitos y creencias que impregnan la llamada vida inmaterial de una sociedad. Vistas así las cosas, los planos conscientes o racionales de los seres humanos suelen chocar con aquellos planos de lo inconsciente de las sociedades.

Cuando se habla de culturas, por ejemplo culturas agrarias, culturas industriales, culturas étnicas, hablamos de los valores diarios que una sociedad cultiva, incluidos los mitos que envuelven la vida social.

La cultura es un plano superior al plano de la voluntad de los cambios pues actúa como fuerza inercial de un pasado que vincula a las sociedades con su pasado. Cuando en las sociedades protestantes del norte de Europa o en la reforma sintoista del Japón se adentraron en los profundos campos de la Reforma profunda de la cultura (incluidos los fenómenos religiosos que pertenecen al campo del área de la fantasía humana) se construyeron unas bases potentes para el cambio del medioevo hacia la sociedad burguesa contemporánea.

En el Sur de Europa la Reforma cátara, enterrada en Santa Cruzada contra los albigenses por el papado de Roma y el rey de Francia, alumbró un destello de luz de profundos cambios para el Sur de Europa, en plena efervescencia de una sociedad comercial que apuntaba cambios hacia la sociedad moderna. La reforma cátara fracasó por el deseo de conservar la cultura de los estados ciudad frente a la idea de estado nación. Y hoy hay un cierto independentismo catalanista que añora esos posos del pasado sin queres observar que la cultura clásica ya se abrió paso en la Revolución francesa que transformó el mundo actual. (Acceso tardío al tren de la historia).

Pero lo más lamentable de este país no es la añoranza de las causas perdidas, ya sea en sus versiones cátaras, irmandiños, comuneros, o germanías. Lo peor de este país es quien hoy ni siquiera reconoce esos destellos y sigue enredándose en mantener aquellas banderas de oposición a la Revolución Francesa en el bicentenario de los Sitios. Son los grupos y personas de la España inquisitorial que reclaman que no exista Memoria Histórica y mantengamos el odio al "gabacho" y defendamos el sano espíritu crítico de la sociedad vecina. Y lo hacen porque en el actual proceso de revisión de la historia, la única Memoria que quieren que exista es la que cultiva los valores de una España Sagrada con mitos que la izquierda acata, incluso mucho más que la derecha. Quizás en Italia, la izquierda trabajó con Gramsci y otras figuras más modernas, los planos de la cultura. Pero en España, sigue reinando aquella frase de que cada vez que oigo la palabra cultura, echo mano a mi pistola. Y la izquierda enmudece recordando el terror y pánico del fuego con el que se asentaron los mitos hispanos de esta llamada piel de toro.