jueves, agosto 11, 2011

A palos en Inglaterra, Libia, Siria y yacen los muertos

El mundo anglosajón es muy especial. Allí todo se torna irracional. Lo que es antisocial, deviene en novela negra y carne de prisión y el silencio de los sectores marginados de la sociedad devienen en explosiones aparentemente vandalicas e incomprensibles. Es lo que Fritz Lang condenara para Alemania en su película Nosferatur, como preludio en Alemania del ascenso del nacionalsocialismo. Salidas falsas y brutales a una situación que la misma clase dirigente genera con su segregación económica, racial, social y xenófoba.

Las ratas del desierto que operaran en Las Malvinas o en Irak, en defensa del petróleo de la muy británica Royal Dutch Shell y los intereses de la decrépita reina de Inglaterra, se curten en los barrios extremos de las capitales inglesas. Allí las pandillas juveniles son curtidas en un ambiente violento extremo de frustración social y xenófobo que es alimentado por el sistema aristocrático bitánico y deviene en permanentes revueltas de pandillas que el sistema reutiliza para mantener su viejo imperio y relaciones. Hoy esos intereses están amparados bajo el paraguas de EEUU. Pero no olvidemos que el Imperio británico es un viejo dragón incapaz de rescatar ni al San Jorge que se ve en la city, ni a la rosa, ni a la bella, pero si a la bestia que en su seno lleva.

La atmósfera antisocial que se genera por el sistema, se expande por las entrañas de un Occidente enfermo que ya comienza a dar señales de fatiga por su incapacidad de modelar un futuro de esperanza para una humanidad que ansía soluciones a los graves problemas que nos aquejan. El egoismo insolidario y enfermizo ataca las bolsas, a los jubilados, a los trabajadores y a una juventud que se agolpa con estudios y sin estudios en las legiones del paro y la marginación.

No se trata ahora de ser o estar indignados. Sino de buscar ya!! alternativas colectivas y solidarias para afrontar el problema de la debilidad democrática. De la estrechez económica. Del permanente daño que el sistema infiere a la naruraleza, por el ansia de enterrar el futuro a cuenta del beneficio inmediato de unos pocos. Los jóvenes se están lanzando a la calle en diversas naciones, a partir del grito tunecino que arraigo en las conciencias de la vieja Cartago. Y la protesta, amparada en redes sociales de nuevo tipo, unas veces triunfa y otras es masacrada. Pero en su conjunto el sistema se va preparando para una carnicería, visto que el sistema está optando por su incapacidad de liderar un proceso pacifico de reformas profundas que algunos vemos de foerma distinta a las Reformas que el Fondo Monetario y los grandes capitales reclaman sin solucionar absolutamente nada.

En este marco, debemos prepararnos y reforzar una política alimentaria de proximidad, promover el empleo agrario y rural entre los jóvenes, promover la integración social y laboral de los excluidos y los inmigrantes. Preparar unas políticas de las montañas y ampliar el tejido rural. Despertar y prepararse para épocas que bien pudieran ser peores, dado que estas situaciones están invitando a la confrontación y la salida destructiva, incluido un colapso civilizatorio que algunos preveíamos como evitable si se trabajaba con responsabilidad. Pero sinceramente ... los vientos no empujan en favor de nada bueno y las mentalidades siguen sin prepararse para afrontar los acontecimientos. Y como en época de mudanza, los conservadores se aprestan a sus soluciones, que no son otras que plagar todo de ejércitos y polícías y llamar a todo vandalismo, barbarie y escoria, mas vale movernos que quedarse quietos a verlas venir. Mientras tanto la humanidad sigue poniendo muertos de hambre y de guerra todos los días. Y además en ascenso meteórico, mientras la crisis ya se adentra en el propio sistema, socavando sus cimientos. Mientras tanto la maldición maya del maiz y los potentados de la energía de los cereales sigue su curso con una excelente relojería. No olvidemos que los mayas fueron los inventores del calendario de 365 días, que posteriormente se perfeccionó con los años bisiestos.