viernes, febrero 03, 2006

Japón

La vieja Isla de Cipango llevó a los occidentales a desarrollar una ingente imaginería sobre dichas gentes. La verdad es que los habitantes eran pequeños belicosos y muy fieros respecto a sus tradiciones. Motoori colgó los sables de samurai y pensó que en el pasado de la tradición Meiji, estaba la tradición solar que evocaba la necesidad de una centralización para Japón. La conversión en masa de amplios sectores de los samurais, permitió poner fin a la era de los shogunes. A cambio nos pegaron un susto de muerte cuando invocaron a su espíritu mesiánico como nuevo pueblo elegido sobre la tierra y con derecho a dominar Asia. Como toda respuesta recibieron el peso de un fuerte enfrentamiento con los EEUU, con el resto de Asia y la desgraciada bomba atómica de Nagasaki e Hisroshima. El Enola Gay y el violentado Openheimer me recuerdan la fatalidad y el pasado de una era de destrucción. Hoy ha descendido la cultura patriarcal y la mujer representa un mejor papel en la sociedad, aun cuando en cierto modo les falte mayor perspicacia civilizatoria. De su evolución dependerán mejores mundos para el futuro.
Hay personas como el ingeniero Ohno que han invertido los esquemas de la producción industrial. Hay un nuevo humanismo que emerje en este país y eso es positivo. Vi a una arquitecta de Japón que tuvo 30 reuniones con los nuevos inquilinos antes de construir las nuevas viviendas. Eso tambien es positivo e indica que algo se mueve en el Japón. Espero que les vaya bien y que desaparezcan los fantasmas del pasado, porque vamos a necesitarnos todos para construir un mejor futuro. Sayonara.

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