viernes, marzo 17, 2006

El nuevo conflicto iraní

La madre de todas las batallas. Así tituló Sadam Husseim el comienzo de la guerra de Irak. Una guerra realizada por los conservadores norteamericanos para dominar el mercado del petróleo y, sobre todo, para controlar el cambio dólar-petróleo impuesto al resto de las naciones en los años 1973. Una imposición sobre la que descansa el principio de transferencia a los demás países del mundo de la inflacción interna de la economía norteamericana, de los gastos militares y el alto endeudamiento de las familias derivado del consumo inducido por las grandes producciones en serie. La guerra se completó con una segunda fase en el momento en el que Irak comenzó a aceptar euros a partir del año 2000 por el pago del petróleo. Los norteamericanos, con la segunda guerra a Irak, han tratado de devolver el dominio a la relación petróleo-dólar. Los analistas norteamericanos pidieron comprensión a los socios europeos, molestos por la imposición de esta norma, justificando que el derrumbe del sistema financiero norteamericano no hubiera sido bueno para la economía mundial y que el gasto militar llevaba aparejada esta imposición. Cuando el euro inició su andadura, un euro costaba 0,9 dólares. Hoy, por un euro, el mercado de divisas te da 1,22 dólares, habiendo remontado algo su caída inicial. Los mercados asiáticos que tenían mucho papel dólar acumulado por sus ventas al mercado norteamericano recelan del dólar y vuelve a emerger el fantasma de la inestabilidad del sistema financiero norteamericano y los patrones de regulación de referencia.
En medio de este marco, Irán ha marcado el deseo de abrir en marzo de 2006 un nuevo mercado de valores que regule el valor del petróleo de los países productores de la OPEP y pueda recibir euros por las transacciones. China y Japón están interesados por esta opción ya que tienen mucho papel dólar depreciado ante el euro. Los árabes proseguirán esta acción y el neonacionalismo ruso también se interesa por esta opción. Las autoridades monetarias europeas ven reforzada su posición económica, tal como había previsto la Escuela de Negocios del Insituto Tecnológico de Massachussets en su crítica al conservadurismo norteamericano.
En la actualidad hay dos mercados de valores de petróleo: el NYMEX de Nueva York y el Intercambio Internacional de Petróleo de Londres(IPE), dominados por los estadounidenses. Y es muy probable que los británicos se empiecen a replantear la opción norteamericana si quieren seguir unidos a Europa, y evitar que sigan deteriorándose las relaciones inestables entre la libra esterlina y el euro, de cara a sus relaciones con el continente. El llamado euroescepticismo británico que se arrastra tras el conservadurismo norteamericano sigue sin querer admitir la centralidad del trabajo industrial como base del progreso de las naciones y se aferra a los parabienes financieros y las estrategias de valor alejadas de la centralidad del trabajo industrial como fuente de la riqueza de las naciones. Por su parte España decide que es mejor la fiesta y el botellón como método de afrontar el abismo que nos separa de los países industriales y Francia rechaza que los jòvenes pierdan su cualificación en la rampa inicial de contacto con el mercado de trabajo, a cuenta del trabajo precario.
La medida tomada por Irán era previsible en la lógica de los mercados de cambio, independientemente de que los iranís odien cualquier tipo de democracia y a EEUU en particular. Ahora el sistema financiero norteamericano tiene dos opciones. La más conservadora es la de mantenerse en una aventura permanente en Asia que le reste el deteriorado liderazgo que ya tiene ante el conjunto de las naciones de ese importante continente. La otra es la de cambiar de gobierno e iniciar un ajuste interno y externo. Para ello contaría con la sincera colaboración de los países que no tienen la menor intención de hundir los mercados norteamericanos. Europa y Japón no manifestarían grandes problemas en esa nueva relación, dado que la llamada vieja Europa de Bush, precisamente por veterana no desea aventuras de feria. Además la opción conservadora es desde el punto de vista interno de EEUU una opción que va perdiendo terreno, tal como comentan las propias fuentes del partido demócrata.
Por otro lado mantener una actitud belicosa con Irán no sólo nos llevaría a la creación de un abismo mundial, sino que impediría la necesaria democratización de dicho país que tiene un elevado grado de conservadurismo y busca cualquier pretexto para buscar las cosquillas a los enemigos de la patria (Me recuerda en eso a aquel general africanista español que cada vez que había problemas internos no paraba de hablar de la conjura exterior internacional). Por otro lado, y al margen de veleidades, es lógico que Irán no desee perder poder adquisitivo de su economía.
Por otro lado, un cambio interno de EEUU permitiría ahondar en el campo de las relaciones internacionales y el reforzamiento general de la democracia, incluído el plano de la batalla por las energías del siglo XXI, que nos libere a la humanidad de la dependencia de los combustibles fósiles de hace miles de años. Un tema que complica las relaciones internacionales y de dependencia de los países avanzados y que justifica la vieja teoría de que el capitalismo moderno se asienta en la explotación de las materias primas atrasadas. Esta posición que era válida en la primera revolución industrial ha perdido peso específico en los albores de Tercera Revolución Industrial.Los norteamericanos tienen la palabra y no creo que un país que ha tenido a esos prohombres de la humanidad como son Abraham Lincoln y Roosvelt tengan que tirar por la borda una civilización industrial y adentrarse en el campo de la patología clínica de la humanidad.

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