Este es el título de un artículo que hace años escribí en un diario llamado Andalán y que reflejaba el espíritu de particularismo y de rechazo hacia cualquier signo de centralización por parte de la llamada nueva historia de la nunca acabada transición. Lo peor de esa historia es que la izquierda caiga en ese fondo antihistórico.
Cualquiera que se opone a las autonomías es tachado de franquista y de españolista, sin tener claro que fue la descomposición del llamado imperio de las Españas la que nos ha llevado a esta senda de nunca acabar. Cuando uno visita en Sevilla el Parque Maria Luisa y observa a la corona, las autonomías que la rodean y el paseo de las colonias españolas, uno no puede dejar de comprender que allí está escrita la transición y esos deseos y esa voluntad firme de tener una España doblegada a los dictados de un soberano ... que por lo demás gobierna gracias al miedo a un pasado tumultuoso y oscuro de una España cuya democracia fue siempre débil, su ciencia y progreso débil, sus ansias de autogobierno y entendimiento entre los pueblos débil. Vistas así las cosas el que uno se declare republicano, centralizador, demócrata y progresista no simboliza nada. Aquí lo único que cuenta es si estás por la autonosuya. Y si la autonosuya no es mía pues hacemos otra autonosuya comarcal ... y si no otra local ... y sino la de mi barrio ... y sino la de mi casa. Y en mi casa mando yo .... O tampoco? Eso no se llama acracia?
No seremos los españoles unos ácratas que nos reinventamos la historia para nunca arrivar a ningún puerto estable? Y lo peor de todo es que dejamos los valores de centralidad a una derecha clásica que quiere una centralisuya, y si no una autonosuya, y si no ...... que se lo pregunten a Fraga, que aun vive.
No hay comentarios:
Publicar un comentario