Hoy 15 de abril, un día después de que todos hayan enterrado la república hasta el año que viene, a mí se me antoja que el es el día en el que hay que empezar a darle vida. Porque la mejor forma de enterrar la república es declararla coronada al día siguiente. Y la república es algo más que una forma de estado, es más que la erradicación de una monarquía basada en las virtudes de la sangre o los genes de una etnia. Es ante todo la participación diaria de la población de un país en la resolución de los problemas que se plantean. Es la expresión máxima de la democracia participativa y de los derechos civiles. Es reconocer como héroes de la sociedad a los que todas las mañanas se levantan a trabajar para que el país se mantenga en pie. Y para los que creen tener el poder en un puño se acuerden de que progresar es una consecuencia de la democracia. Ya que si no hay democracia participativa (empezando en el trabajo) no hay progreso. Lo demás no es progreso, sino regreso o regresión en el siglo XXI. Un siglo en el que aun hay mucho ocioso y parásito social vestido de alto financiero al que incluso se le ha dado en llamar ingeniero de las finanzas, que mediante técnicas de caos despluma a millones de personas y se lleva el dinero a las bahamas. O que reclama desde los púlpitos los pecados de la humanidad para conducirnos a los mataderos oportunos en santas cruzadas, que reciben el nombre de choques civilizatorios(??). O de guerras en nombre del Dios petróleo, Dios de la energía y madre de las actuales batallas de la humanidad. Tal es la cosa pública o Rex pública.
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