domingo, abril 16, 2006

Jerusalem

Hubo un tiempo en el que los hombres creyeron que la tierra era plana. Que los astros y el cosmos giraban en torno a la tierra. Que el centro de la tierra era Jerusalem. Que en el medio de esta tierra se hallaba un mar llamado mediterráneo. Y que en el oeste se hallaba una tierra llamada sefarad (En hebreo es Oeste), más allá de la cual se encontraba un océano en el que habían perecido los atlantes, víctimas de la ira de los Dioses.
Hoy sabemos que la tierra es redonda, que gira alrededor del sol, que estamos en una galaxia, que hay muchas galaxias y que hay muchos mares y océanos. Que hay muchos orígenes y variantes de las culturas. Que ninguna es mejor que otra, sino fruto de una adaptación de mentes calenturientas, tribus y etnias que han tratado de vivir las unas de las otras a través del pastoreo, el nomadeo y la guerra permanente.
En medio de esas tribus se halla Jerusalem, encrucijada entre Asia y Africa y que aun espera al juez sagrado que ponga orden sagrado en el conflicto permanente tribal de esa zona. Es lamentable y antihumano lo que por allí está sucediendo, ya que las luchas se aferran a la tradición étnica teocrática y nunca a la civilización como modelo de convivencia. Y no es solamente un conflicto de parte, sino de partes. Y si hay que tomar partido yo me inclino por la izquierda que permita la convivencia entre árabes, palestinos y hebreos. Las derechas son todas criminales y excluyentes. Sin excepción alguna de parte y todas apoyadas por financieros que no quieren oir hablar de paz, en el nombre de no se sabe que tierra plana y etnocentrismo. La esquizofrenia étnica está de moda en el mundo. Estamos esperando al mono pilón que presida la reunión.

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